Cerro del Tiempo
Mención en Primera Etapa del Concurso Parque Observatorio Cerro Calán.
Domingo Arancibia, Alexis Quinteros, Stephan Püschel y Dannery Elizondo.
PROPÓSITO DE PROYECTO
Nuestra intención es la de realzar y respetar lo que el cerro ha sido desde sus orígenes en el paisaje de este territorio austral: un elemento natural vertical encumbrado dentro del gran llano del valle de Santiago, habitación de reinos minerales, vegetales y animales, una montaña de carácter tutelar y sagrado, de remoto cuidado y veneración, lugar mítico donde los espíritus protectores de los antepasados humanos habitan, capaz de proveer, curar, castigar, proteger, e incluso de controlar y hasta medir el tiempo.
Consideramos al cerro Calán como un enorme gnomón de bosques endémicos y piedra, un reloj de sol vivo que a través del inmemorial galopar de sus alargadas sombras proyectadas, permita crear un testimonio que vincule a mujeres y hombres con el cosmos, y la responsabilidad de nuestra implicación como seres vivos dentro de un conjunto de ecosistemas y un planeta en un vasto universo.
Se propone resituar la presencia del cerro dentro de las artificiales maquinarias del tiempo humano, por medio de la demarcación intencionada de los 4 momentos elementales del ciclo anual solar -equinoccios y solsticios- y del su ciclo diurno –alba, cenit, ocaso, sol oscuro-, así como una vez hicieran aquellos antiguos indicadores del tiempo nacidos de la sabia curiosidad, observación, y genuina paciencia humana. Así, el cerro es capaz de amarrar el cielo con la tierra al transformarse en un espejo, un reflejo del cosmos y las estaciones que alargando y contrayendo la forma de sus sombras –hoy hacia la cuadrícula de la trama urbana-, permite redescubrir momentos singulares de edades milenarias, tal como la proyección de su espigada sombra sobre la silueta circular del cerro Apoquindo.
Un evento que sucede sólo durante el atardecer del solsticio de invierno y sus días cercanos, y que, con la imaginación correcta, nos da la sensación de que fuese el propio Cerro Manquehue quién hubiese estirado la punta de uno de sus dedos para alcanzar el redondo calendario del Apoquindo.
La utilización de la naturaleza para representar imágenes de constelaciones o acontecimientos celestes es una tradición que esconde sus orígenes en los albores de cientos de pueblos andinos y fue practicada hasta la perfección por los Incas. Para ello hicieron uso del arte y la arquitectura en diferentes escalas (construcciones, terrazas, pircas, canales, tallados, figuras, etc.), siempre respetando los cuerpos del paisaje y escuchando sensiblemente a los espíritus de cada lugar. Proponemos entender al cerro Calán dentro de un sistema cósmico – orográfico territorial mayor que desborda los propios límites de su figura, y que permite comprender su existencia en una trama de relaciones siderales, visuales y simbólicas que en la actualidad se encuentran profundamente olvidadas por nuestras sociedades humanas.